domingo, agosto 27, 2006

La Dama de Piedra (I)

"DragonLance" es el nombre de una serie de novelas (una saga) de fantasía épica excelente, que fue desarrollándose en paralelo como "mundo" (setting) para jugar juegos de rol. En una parte de la historia que se desarrolla en las novelas, ocurre lo que fue llamado el "Segundo Cataclismo", a partir del cuál se empezó nuevamente la cuenta de los días. Ese día el Dios Caos fue liberado, molesto con el planeta Krynn, ya que fue creado por sus hijos (casi todos los demás dioses de ese "panteón"), a sus espaldas. Según algunas fuentes, el Dios Caos no estaba "atrapado", sino que esperaba para sorprender a sus hijos y destruír ese planeta y sus criaturas, producto infame de sus travesuras... después de todo la travesura trajo a la existencia un poco de Orden, exactamente lo opuesto a la naturaleza del Dios Caos. En esos momentos críticos en los que todo el destino de Krynn pendía de un hilo, está ambientada esta historia que escribí hace ya aproximadamente 4 años. En ella se narran los antecedentes de un personaje que creamos el Narrador (a quién por los momentos llamaré Smough) y yo. Fui el encargado de jugar este personaje en muchas sesiones de juego de rol que recuerdo con especial cariño, a pesar de ser mi primera vez jugando a un personaje de alineamiento "malvado". Compartiré con ustedes esta historia, picada en fragmentos para no hacer las "entradas" muy voluminosas. Ojalá las disfruten!


La Dama de Piedra

"Dentro del absoluto desorden traído por las hordas del dios Caos a la ciudad de Palanthas, luego de la partida de Palin a su misión suicida, se condensaba el temor en las mentes de los aprendices en la torre de Alta Hechicería.

Rompió el frío silencio del estudio donde descansaba un esférico artefacto de cristal, la violenta apertura de la puerta del recinto, seguida de la aparición de una figura envuelta en túnicas de negro aterciopelado. Las mangas estaban adornadas con símbolos arcanos intrincadamente dispuestos en los bordes. La túnica ondeaba como una flama siguiendo a su dueña.

Ágiles pasos llevaron a esta misteriosa silueta hasta la áurea pieza de tres patas terminadas en garras draconianas, que sostenía la fría esfera. Por lo desesperado de la carrera la capucha resbaló de la cabeza, rebelando un cabello, cuyo color, competía con la túnica, en brillo y en negrura. Unas facciones elegantes y exquisitas dejaban ver la ansiedad que sentía la oscura dama.

En instantes, que parecieron años, posó sus manos sobre el preciado objeto. Toda su vida escuchó las leyendas caídas sobre aquellos que habían osado tocar el orbe. Dalamar en su aprecio por su bella discípula, le había prevenido de los aspectos que tenía que tomar en cuenta todo aquel que posara un dedo sobre el artefacto. Un remolino de graves y largas frases, pronunciadas por el elfo oscuro en numerosas oportunidades, se solapaban unas a otras, repetidas una y otra vez, nublando su mente mientras cerraba su mano.

El peso que sentía al sostener el objeto se repartía de alguna manera entre su mano y su mente. Agobiadoramente fascinante, frío y poderoso, era el tacto de la pequeña joya.

Lo depositó reverentemente en uno de sus saquillos, que había sacudido segundos antes, esparciendo desesperadamente su contenido en la antiquísima alfombra. Como salida de un trance, apretó el cinturón alrededor de su menuda cintura mientras aceleraba su paso fuera de la estancia, hacia la oscuridad del pasillo. Con premura soltó un saquillo de su cinto. Lo abrió y esparció hábilmente un perfecto círculo de sal a su alrededor, posteriormente se irguió, respiró profundo cerrando sus grandes y profundos ojos, y pronunció unas palabras que por la calma y sensualidad con que fueron dichas, contrastaban con lo crítico de la situación. De pronto, el suelo parecía desmaterializarse bajo ella, y fue sacudida como si fuera arrastrada por un huracán, en otro plano de existencia, donde las paredes del pasillo no representan un obstáculo. No era la primera vez que realizaba un hechizo de teletransportación, pero no dejaba de impresionarle. Jenna, su madrina, le había recomendado el cerrar los ojos para no sufrir mareos."

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Nube de Fragmentos (¿ah?)